Mensaje, 28 de marzo de 1985


¡Queridos hijos! Hoy quiero hacerles esta invitación: OREN, OREN, OREN! En la oración, ustedes conocerán el gozo más grande y encontrarán la solución a cualquier situación difícil. Gracias por los progresos que hacen en la oración! Cada uno de ustedes es querido a mi Corazón y agradezco a todos aquellos que han incrementado la oración en sus familias. Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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