Mensaje, 25 de julio de 2011


¡Queridos hijos! Que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración y de silencio. Hagan descansar su cuerpo y su espíritu, que permanezcan en el amor de Dios. Permítanme hijitos que los conduzca, abran sus corazones al Espíritu Santo para que todo el bien que hay en ustedes, florezca y produzca frutos al céntuplo. Comiencen y finalicen el día con la oración con el corazón. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!
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Para que Dios pueda vivir en sus corazones, deben amar.

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